TEXTOS PARA ESTUDIO: Génesis 2:19 - 3:24; Salmos 91:1-16; Mateo 4:1-11; 2 Corintios 2:8-11; Hebreos 2:14-18; 4:14-16; Santiago 1:12-18; Efesios 6:10-20 y Mateo 26:36-46.
BOSQUEJO DE LA LECCION
1. INTRODUCCION.
2. EL AMBIENTE Y LAS CIRCUNSTANCIAS SON ELEMENTOS DE PESO EN LA TENTACION.
3. LA TENTACIÓN DE JESUS FUE REALY OBJETIVA.
4. LA POTENCIALIDAD DE ENFRENTAR Y VENCER LA TENTACION.
5. CONCLUSION.
1. INTRODUCCION
1. PRIMERA REFLEXION
Aunque es poca la información que tenemos con respecto a la creación de los ángeles, es un hecho que fueron creados por Dios y que éstos realmente existen. Luzbel, llamado por algunos Azazel, más generalmente Lucifer, Belcebú, Belial, Satán o Satanás, no es la excepción. Él fue creado por Dios como un querubín de alta rango y un día se rebeló contra la autoridad de Dios, junto con una tercera parte de los ángeles del cielo. (Daniel 8:10; Apocalipsis 12:4; Isaías 14:12-14 y Ezequiel 28:13-17).
La narración de la caída del hombre constituye un valioso aporte a nuestro entendimiento acerca de lo que realmente pudo haber sucedido. Todo indicaría que Adán y Eva no eran conscientes de la Omnipresencia y Omnisciencia, mas si de la Omnipotencia de Dios. Ellos terminaron haciendo exactamente lo mismo que antes había hecho Satanás, rebelarse contra la autoridad de Dios, en medio de lo que la escritura presenta como: «una suerte de sensación de que Dios no estaba presente, que no los podía ver, ni tampoco escuchar». Sobre este particular, el libro a los Hebreos señala categóricamente que la fe «es la certeza de lo que se espera» situación opuesta a la que ocurrió el día en que Adán y Eva fueron engañados en vista que no esperaron en Dios. Del mismo modo, hoy sabemos que la fe es «la convicción de lo que no se ve», lo contrario a lo actuado por parte de Adán y Eva que cayeron como consecuencia de lo que vieron y donde tenemos que señalar categóricamente que la rebelión es un principio satánico.
Así que, es bastante probable que el querubín protector haya experimentado en algún momento una suerte de "ausencia de Dios" y probablemente, también no haya tenido conocimiento sino de la Omnipotencia de Dios, algo que sí le era tangible por ser él un ángel poderoso al que le seguía de manera incondicional una tercera parte de los ángeles del cielo.
Por supuesto que ahora sabemos perfectamente que Dios Todopoderoso es también Omnipresente y Omnisciente; situación que nos coloca por intermedio de Cristo, en un lugar expectante para nuestra regeneración, transformación y final restauración por la vía de la fe, constituida en única puerta de acceso.
2. SEGUNDA REFLEXION
Satanás no confronta de manera directa al Creador y tampoco lo hace con Adán. Por el contrario opta por ensañarse contra la creación apareciendo subrepticiamente en el huerto de Edén, acechando de manera directa a Eva, la parte más frágil pero no menos importante del binomio que sojuzgaba la tierra. La primera parte de su plan fue provocar la rebelión de Eva "contra el señorío de su marido" (principio satánico). En el capítulo 3 de Génesis, aparece Eva sola, independiente, respondiendo al llamado de un desconocido, paseando por un lugar prohibido; más grave aún, usufructuando del señorío que correspondía a su marido al momento de decidir inconsultamente la aceptación de la propuesta: "serás como dios". Eva simplemente jamás se preguntó a quien obedecía. Sin embargo, la consumación del plan de Satanás solo podría alcanzar el éxito deseado si se lograba que Adán convalidara la decisión voluntariosa de su mujer. Adán había sido constituido "autoridad delegada de Dios" en tanto se encontrara subordinado a la autoridad inherente de Dios. Es así que en un arrebato de astucia, Satanás logra la caída de Adán utilizando como agente a la propia mujer, modus operandi generalmente utilizado al momento de acechar a los santos de Dios, valiéndose de terceras personas o circunstancias especialmente prefabricadas.
Hay quien señala que Adán en el momento en que se jugaba el destino de la creación, andaba totalmente despreocupado de lo sucedido, probablemente entretenido poniéndole nombre a todos los animales de la tierra (Gn 2:19-20), hasta el momento en que lo vemos aparecer en el verso 6 del capítulo 3, nada menos que validando la trasgresión de su mujer, sin preguntarse a quien obedecía (favor ver Gn. 3:17). Mucho se puede especular acerca de la forma como Adán renuncia a su señorío al momento que obedece a su mujer, o lo que pudiera haber sucedido si no hubiera sucumbido. Lo concreto es que este hecho terminó colocando la creación bajo maldición y sometiendo el destino del hombre ahora sí, a un «estado de separación» de Dios, pero bajo la influencia de la ciencia del bien y del mal. Esto realmente sucedió e identifica la forma y los medios que emplea Satanás para afectar la vida de los seres humanos.
3. TERCERA REFLEXION
Por consiguiente, la muerte aparece a partir del suceso de Edén, denotando un acto de separación. Primero por cuanto muere nuestra naturaleza espiritual por causa del pecado. Segundo y de manera paralela, sufrimos la separación del beneficio de participar del árbol de la vida (Gn. 3:22-24). Tercero, sufrimos la separación del cuerpo con la muerte física.
En conclusión estamos hablando de tres sucesos y tres dilemas: Somos separados de Dios, somos separados del árbol de la vida, somos separados de nuestro propio cuerpo.
Los dos primeros dilemas producen una crisis hacia lo exterior de nuestra integridad. El tercer dilema produce una crisis hacia lo interior de nuestra integridad.
4. CUARTA REFLEXION
En esta nueva coyuntura el diablo y los espíritus inmundos (ángeles caídos) establecen una alianza, no necesariamente declarada, ni tampoco conciente, con millones y millones de personas durante el transcurso de los siglos, desde que el hombre desarrolla la capacidad de decidir "como dios", lo QUE ES BUENO Y LO QUE ES MALO para su vida. En este punto tenemos que enfatizar lo siguiente: Satanás no tiene la potestad de obligar al hombre a pecar; requiere para ello que el propio hombre "tome la decisión de hacerlo", cuya elección constante determina su posición frente a Dios.
Una cuestión determinante que facilita la manipulación de la conciencia del hombre, lesionada por la inseguridad nacida de la ahora agravada sensación de "ausencia de Dios", es la aparición de lo que llamaremos "el sentido de posesión"; esto es, «las cosas dejaron de pertenecer a Dios ahora son mías». En otras palabras, para mantener el engaño Satanás afirma la antítesis de la fe, pretendiendo que los hombres sigan "depositando su confianza en lo que se ve".
5. QUINTA REFLEXION
Dios y Satanás contienden por el alma del hombre. Vemos en la Palabra y en sus acciones, la manifiesta intención de Dios por redimir y restaurar la naturaleza caída del hombre, a través de la celebración de una sucesiva serie de pactos con representantes dignos de la raza humana, entre ellos el más importante La Ley de los Mandamientos dada a Moisés. Por el otro lado, encontramos a Satanás dedicando toda su capacidad maligna para estropear la obra de Dios con sus artimañas del error y donde el saldo de esta lucha favoreció durante los siglos y en todos sus extremos a Satanás, por cuanto ningún hombre fue capaz de cumplir con las exigencias del Pacto, siempre por razones imputables al hombre, menoscabado en su capacidad de creer por "el sentido de posesión" ; alentado por las limitaciones propias de su naturaleza carnal afirmada en el ciclo evolutivo y el poder de los sentidos convertidos en el vehículo motor de la ciencia del mal.
Aparece entonces la figura del Mesías Sufriente, el Hijo del Hombre que venía a ser sacrificado a favor de la humanidad (Ro. 5:8-11), situación que cambia radicalmente el escenario de la guerra y el estado de las cosas; y donde la tentación de Jesús en el desierto se convierte en un punto crucial a la que le siguen su muerte y resurrección, para determinar la total y definitiva derrota del diablo (Apocalipsis 19:11-21) y permitir la apertura de una nueva etapa en la vida del creyente basada en la victoria del Cristo y la fe del hombre justificado por Dios.
2. EL AMBIENTE Y LAS CIRCUNSTANCIAS SON ELEMENTOS DE PESO EN LA TENTACION.
El medio ambiente definitivamente contribuye a exacerbar la potencialidad de la tentación, sobre todo ante aquellas personas incapaces de asumir una actitud espiritual, basada en una disciplina espiritual. Las reflexiones desarrolladas durante la Introducción, nos ayudan a concluir que el principio satánico que permite el desarrollo de la maquinaria de la tentación es la rebelión, nada menos que lo contrario a la sumisión manifiesta en el carácter de Cristo durante la celebración de su ministerio en la tierra.
Destaca notoriamente el modus operandi del tentador que siempre pretende llevarnos al terreno fértil del pecado. Eva se encontraba donde no debía, hablando con quien no debía. Si se quiere, sin mostrar la menor capacidad de discernir la intencionalidad de las palabras de su interlocutor, que debieron merecer el más categórico rechazo, tal como lo hiciera Jesús y de una manera ejemplar durante todas y cada una de las circunstancias que pretendieron afectarlo. De ello aprendemos que llevar una vida de victoria sobre la tentación, demanda en principio aprender la lección de Edén, no estar donde no debemos, hablando con quien no debemos. Mejor aún; no mirar lo que no debemos, ni oír lo que no debemos.
Es increíble lo fácil que a veces es para Satanás promover circunstancias que tienen el expreso propósito de quebrar la voluntad de aquel que busca mantenerse en santidad y comunión con el único Dios verdadero. Para ello solo basta recordar la experiencia sucedida a David, un día que estaba en la presencia de Dios y sus ojos encontraron un cuerpo desnudo (2 Sam. 11-12). El tuvo la oportunidad de negarse a sucumbir a la tentación pero no lo hizo, por el contrario permaneció en el lugar incorrecto y entabló una relación incorrecta que terminó convirtiéndolo en asesino y adultero para terminar afectando la vida de un pequeño.
Satanás es experto en aprovechar nuestros propios sentidos humanos para hacernos caer, los cuales bombardea despiadadamente con toca clase de información que proviene del mundo, con la expresa intencionalidad de seducirnos, cautivarnos, engañarnos y esclavizarnos. El efecto deviene a la causa. La causa es haber perdido el control sobre nuestros sentidos humanos. El efecto, el despertamiento de la rebeldía, la soberbia, el orgullo, la vanidad, la lujuria, el odio, el temor, los sentimientos de culpa, el pesimismo y finalmente, la depresión, todas estas enfermedades del alma.
Una cuestión característica observada en el comportamiento de Satanás es que jamás ataca de manera directa. El simplemente se aprovecha de las propias concupiscencias del individuo, si se quiere, debilidades, y una vez que reconoce estas, traza una estrategia y provee las circunstancias que envuelvan al hombre santificado en lazo y atadura (Lc. 21:34-36; 1 Ti. 3:6-7; 1 Ti. 6:9-10; 2 Ti. 2:25-26).
Honor a la verdad, Satanás no esta preocupado por aquel que predica a Cristo, que incluso ora por los enfermos y echa fuera demonios (favor revisar detenidamente Mateo 7:21-23). Satanás mas bien esta sumamente interesado en aquellos que han entendido la importancia de vivir sus vidas sometidos a la autoridad de Dios; esto es, personas que tengan la claridad de saber «A QUIEN ESTAN OBEDECIENDO». En el pasaje de Mateo que acabamos de referir, Cristo nos revela que no se trata de ministerio, sino de FE y OBEDIENCIA, y en cuanto a obediencia, no existe hombre de fe del que hablen las Sagradas Escrituras que no haya sido, necesariamente, un hombre de obediencia. La cuestión es más simple de lo que parece, dado que siempre terminaremos obedeciendo a alguien. ¡Siempre! El problema es que no nos preguntamos a quien estamos obedeciendo, a Dios o a Satanás.
Por otro lado, la tentación de Jesús en el desierto levanta un notable contraste con la tentación de Adán y Eva en el huerto del Edén. Aquel huerto gozaba de una belleza espectacular, colmada de árboles frutales, animales de toda especie, agua en abundancia y vívidos colores. Por el contrario el desierto era un lugar seco, caluroso, estéril, polvoriento e inhóspito, producto de una creación caída. Adán y Eva tenían lo suficiente para comer, compañerismo mutuo, libertad para pasear a sus anchas delante de toda clase de bestia sin ningún temor y a pesar de ello fracasaron. Por su parte Jesús voluntariamente padeció hambre, estuvo solo y acechado por las fieras salvajes y a pesar de ello salió triunfador.
De ello podemos colegir que es imposible aislarnos del medio ambiente para vivir una vida piadosa y santa. Aún Cristo, durante el momento de su aislamiento en el desierto, no se libró de la exposición a la influencia del mal. Esto lo podemos ver de otra manera si tomamos como ejemplo la vida de Lot, rodeado en el límite exterior de su hogar por toda clase de maldad, a diferencia de hoy donde la maldad ha traspasado las barreras exteriores de nuestra intimidad y se ha instalado en el interior de nuestro propio hogar. Un buen ejemplo que perfectamente podría representar a toda esa clase de fieras salvajes que acechaban la humanidad de Jesús en el desierto, es el contenido trasmitido por los medios de información masiva, entre ellos la televisión, que se han dedicado a minar la conciencia y la moral de las naciones, permitiendo a Satanás (ver Ap. 13: 15) ganar espacios tan poderosos que la homosexualidad ha sido convertida en una tercera opción; el adulterio en un asunto común y casi generalizado; la masturbación en una acción gratificante y el aborto en una necesidad terapéutica.
De otro lado, un elemento poderoso constituido en circunstancia objetiva y subjetiva de tentación, es definitivamente la exacerbación de nuestra propia sexualidad por intermedio de la sensualidad, y donde, otra vez, los medios de información masiva, llamados "el cuarto poder", cumplen su rol demoledor en la mente del hombre, contribuyendo decididamente a despertar toda clase de aberraciones y fantasías abominables; utilizándose sin escrúpulo la seducción como herramienta generalmente asociada al cuerpo desnudo de la mujer. De ahí provienen los llamados "desnudos artísticos" y las escenas que tienen por objeto que la juventud idealice el amor representado sólo por la pasión carnal. Además, se relaciona subliminalmente la figura de la mujer con el éxito, vinculándolo con un increíble descaro a una cantidad impresionante de "artículos promocionales", o si se prefiere, "vicios del alma afanada", que arrastran al hombre en una loca carrera de comprar y vender sin siquiera tener dinero (favor comparar Gn. 25:33 con Ap.13:16-17); mejor aún si se trata de adquirir artículos nacidos de necesidades implantadas en la mente, con la implicación de hipotecar la paz y el futuro del que ni siquiera somos dueños.
Por si esto fuera poco, también existen una serie de variantes, tal vez mutantes, que manipulan el ambiente y circunstancias para llegar a la conciencia, objetiva y subjetivamente. Por eso vemos a personas adictas al juego, al sexo, al alcohol y a las drogas. Sin embargo, mas dañino aún, en lo que a implicancias para el entorno humano se refiere, resulta la adicción al poder que no busca sino el establecimiento "del señorío" sobre otros hombres y naciones, hasta dominarlos y estrujarlos como simples pedazos de papel.
Empero, lo más grave, es que la actuación del ser humano es exactamente la misma que se asumió hace varios milenios atrás: PERMISIVA, para contemplar la tentación.
3. LA TENTACIÓN DE JESÚS FUE REAL
La palabra hebrea para la tentación es "masa" o "bahan"; mientras que en griego se utilizan los términos "peirazo" y "dokimazo", que significan «inducir a pecar» o «someter a prueba». Satanás tenía un plan de ataque bien delineado contra Jesús; la verdad es que siempre tiene una estrategia particular para acechar a cada ser humano, donde el factor sorpresa es vital, aunque sin cabida en el caso excepcional de Jesús, porque Él era Dios y hombre al mismo tiempo. Jesús era Omnisciente como parte de su esencialidad divina, pero otra vez el diablo no la reconocía.
De manera que el ataque fue frontal, justo durante la máxima espiral de debilidad humana experimentada por Jesús, latente en el momento que culmina un ayuno de cuarenta días abrazado por el hambre. Por tanto, sólo el hecho de haber sido tentado con un cuerpo físicamente debilitado, convierte la prueba en más severa de lo que generalmente somos sometidos los hombres y, a pesar de ello, la reacción de Jesús fue categórica, perfectamente lúcida y controlada, afrontando con valor y dignidad todos y cada uno de los embates que sufrió por parte del Tentador en el desierto para terminar saliendo vencedor.
Al igual que Jesús, Moisés y Elías habían experimentado ayunos de cuarenta días. Pero honor a la verdad, ningún registro en la Escritura nos indica que estos hombres de Dios fueron tentados por el diablo como en el caso de Jesús. Pero esta no es la única diferencia. Moisés ayuno desapareciendo de la vista del pueblo en el monte Sinaí para luego reaparecer indignado frente a la rebelión de su pueblo, ordenando una matanza como acto seguido de haber roto las Tablas de la Ley escritas por la mano de Dios. Por su parte Elías ayunó en totalmente en soledad, huyendo en amargura de espíritu frente a las amenazas de Jezabel, en desesperanza acerca del futuro de Israel y aún solicitando para sí mismo la muerte. Por su parte Jesús, en contraste con los dos anteriores, fue asaltado por el diablo, llevado por el propio Espíritu Santo para ser expresamente tentado en el desierto, demostrando un control absoluto sobre las circunstancias de la tentación para terminar ganando la batalla de supremacía en favor no solo de Israel, sino de la humanidad entera. Jesús no huyó, no rompió nada, no mató a nadie, no solicitó la muerte; simplemente fue el hombre perfecto.
Tampoco podemos pasar por alto que existe otra vital diferencia entre las experiencias de Moisés, Elías y Jesús, presentes en el monte de la transfiguración (Mt. 17:3; Mr. 9:4; Lc. 9:30), dado que sólo Jesús, fue el único en ser probado y no sólo en su capacidad humana, sino en su esencialidad y capacidad representativa; no sólo en condición de hombre perfecto, sino como Mesías Salvador, de donde, la naturaleza humana de Cristo fue absolutamente real, aunque, unida inseparablemente a su naturaleza divina. Jesús fue hombre y de la misma manera nunca dejó de ser en sí mismo el Hijo de Dios, componente vital de la Santísima Trinidad, manifiesta a nuestro conocimiento por primera vez durante el bautismo en agua de Jesús.
De otro lado, la tentación de Jesús no solo se circunscribe al desierto. Él fue tentado durante diferentes pasajes de su vida y ministerio. Todo el tiempo. Así vemos a Jesús tentado asombrosamente por Pedro (Mt. 16:22-23) y durante la extraordinaria andanada que tuvo que sufrir en el momento de su agonía final en la cruz (Mt. 27:39-44). A pesar de ello, Jesús no pecó.
Así que entender a estas alturas la naturaleza humana que tuvo Adán antes de su caída, creada por Dios sin pecado pero pecable, da sentido a la tentación de Jesús, en vista que Jesús tomó voluntariamente la naturaleza humana con todas sus dolencias y debilidades en cuanto a la carne, pero sin la mancha moral de la caída de Adán por causa del pecado. En sí la naturaleza humana de Jesús era capaz de pecar pero nunca pecó, y si absolutamente fue sin pecado, su naturaleza no puede haber sido caída, lo que significa que Jesús fue el hombre perfecto superando al propio Adán, porque Dios estaba con Él (Hech. 10:38).
Jesús nos mostró su capacidad de no pecar por medio de su obediencia; que puede ser comprendida en la acepción de una palabra mayor que la contiene: «sumisión», nada menos que la principal característica que destaca la obra de Cristo, no solo en su calidad de hombre sin pecado y no caído, sino también por ser el Hijo de Dios Altísimo que venía ex profesamente al mundo para hacer lo señalado por el Padre. De manera que, con una naturaleza pecable humana, permaneció impecable en todos sus extremos, porque su naturaleza humana estaba inseparablemente unida a su naturaleza divina. El perder de vista esta unión de las dos naturalezas sería caer en Nestorianismo.
Así que la tentación de Jesús tiene varias dimensiones y complejidades para el entendimiento humano, por lo Jesús resulta en sí mismo, mas no en lo que representa para aquellos que en Él creen para gozar de los beneficios de su obra recogida en los evangelios, y que Mateo a diferencia de Lucas, arregla de una forma progresiva con la intención de recalcar la real dimensión de la tentación humana de Jesús, tanto en los aspectos físico, intelectual y emocional, y en su propia esencialidad.
Todas estas áreas, fueron defendidas de manera impecable por parte del Hijo del Hombre con el poder y la autoridad que mana de la Palabra de Dios, cuya influencia se extiende hacia nosotros a pesar de las circunstancias y a pesar de las consecuencias. Esto nos enseña que Dios se relaciona con nosotros por su Palabra, constituida en el vínculo que nos une o nos separa, por encontrarnos sometidos a ella o no.
PRIMERA TENTACION
Satanás busca aprovecharse de la debilidad de la naturaleza física de Jesucristo, quien consciente de las demandas de su cuerpo "sintió hambre". Sometido a condiciones climáticas extremas; pues no se puede pensar otra cosa que en las altas temperaturas del desierto que superan fácilmente los 40° centígrados, Jesús es abordado por Satanás quien le plantea: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan" (Mt. 4:3), lo cual a simple vista pudiera no haber tenido nada de malo, pero de ahí a realizar un milagro por orden de Satanás, es algo absurdo que nos lleva al mismo punto central que hemos venido desarrollando: ¿A QUIEN ESTAS OBEDECIENDO?
Téngase presente que Jesús llegó a realizar manifestaciones de este tipo en varias oportunidades, incluso, lo vemos satisfaciendo la demanda de su madre al convertir el agua en vino (Jn. 2:3-4); tal vez el elemento que se constituye en el hito que marca su virtual alejamiento del seno familiar para terminar entregándose de lleno al ministerio público.
Así que la dificultad aquí no radicaba en el hecho de realizar un milagro para satisfacer una necesidad corpórea, sino en que el enemigo cuestionaba su investidura con el objeto de provocar la realización de algo aparentemente correcto, pero con una connotación equivocada, que nos lleva a plantear el principio siguiente: la obediencia se confirma en el propósito, en todos sus extremos vinculado a la Palabra, la única regla infalible de fe y conducta para el ser humano que contiene el propósito revelado de Dios para con el hombre.
Definitivamente nos ayudara saber a quien obedecemos, pero mejor si identificamos el propósito que mueve nuestro actuar, para terminar fijando una posición nacida de una decisión, que termina hablando de lo que realmente somos y a quien servimos. En este caso Jesús tenía claro que estaba obedeciendo al Padre y discernió que el propósito de demostrarle a Satanás que Él era el Hijo de Dios, era inválido, dado que su comportamiento revelaba su carácter y por tanto, Él simplemente era lo que era, le gustara a Satanás o no.
SEGUNDA TENTACION
En esta oportunidad Satanás apela al intelecto y a lado emocional de nuestra humanidad. Para ello Jesús es llevado por Satanás al pináculo del Templo de Jerusalén, a la vista de los que probablemente se comenzaron a congregar para ver algo que no necesariamente terminaban de comprender y que sugeriría, de manera disimulada, la posibilidad de que Jesús hiciera algo para alentar la fe de las multitudes.
Téngase presente que Jesús ya había iniciado su ministerio público y por tanto no era un desconocido. Él había generado una gran expectativa en el pueblo de Israel. De modo que, para intensificar la tentación Satanás cita las Escrituras omitiendo parte del Salmo 91, en la pretensión que Jesús valide por segunda vez, su condición de Hijo de Dios, situación que se repetiría una y otra vez hasta el final de los días de su ministración en la tierra. Asimismo, este asunto de pasar por alto parte de las escrituras es la actitud que asumen cada día millones y millones de personas al sentir afectados sus intereses carnales al momento de ser confrontados por la Palabra de Dios.
Jesucristo durante varios pasajes de su vida, realizó señales extraordinarias, como cuando calmó la tempestad (Mt. 8:23-27); anduvo sobre las aguas (Mt. 14:24-27); o en la pesca milagrosa (Lc. 5:4-11), además de otras muchas. De manera que otra vez, no se trataba de que Jesús no hubiera podido flotar en el aire para aterrizar suavemente en el pavimento a vista de los cientos, tal vez miles de curiosos que pudieran haber observado la señal. Se trataba otra vez de: ¿A quién obedecía? y ¿Cuál era el propósito de realizar la señal?; lo que nos lleva a reflexionar sobre dos premisas:
1. ¿Era el propósito del Padre que el Mesías sea coronado como Rey en la tierra? (Ver Juan 6:15).
2. ¿Puede decirse que el limitado mundo terrenal es el reino de Dios que Jesús venía a implantar? (Juan 18:36; Mt. 6:10).
Dios no obra sin propósito. No sana sin propósito. No derrama su santa unción sobre una persona sin propósito. No salva de la muerte segura de un accidente sin propósito. En el mundo de Dios todo esta escrito y obedece a la consumación de su santo y perfecto propósito. El problema radica cuando no entendemos su propósito. Como ya lo hemos visto, la respuesta es negativa en ambos casos, no porque Jesús no fuera Rey y no tuviera reino, sino porque siendo impecable, obedecía así a quien Él sabía debía obedecer y por tanto, era perfectamente conciente del propósito que movía todas las cosas alrededor de su vida y por tanto ÉL sabía las acciones que debía asumir en concordancia con ese propósito. Su respuesta por tanto fue diáfana: «Escrito esta también, no tentarás al Señor tu Dios»
TERCERA TENTACION
Esta vez la tentación se extiende más allá del área de Jerusalén; pero espiritualmente hablando, así como la tentación sugiere ir más allá del área geográfica, de la misma forma también supera los linderos de los aspectos físico e intelectual y emocional. El diablo lleva a Jesús a "un monte muy alto" y le formuló la propuesta indecente: "adórame como dios" y «te daré los reinos y las riquezas que están bajo mi dominio». En otras palabras, le estaba ofreciendo a Cristo por medio de la estratagema satánica, la meta que ya Dios había aprobado, donde se echa de ver la premisa terrenal, mundana y diabólica de que "el fin justifica los medios".
En buena cuenta lo que apreciamos es que Satanás pretende establecer una negociación con Jesús por los reinos y la gloria, "si postrado lo adoraba". Esto no hace sino revelar la carencia de sabiduría por parte de Satanás, dado que Jesús jamás negociaría su esencialidad divina para exaltar su humanidad, todo un despropósito. Jesús era conciente de las maquinaciones y artimañas del diablo y, como vemos mas tarde, Jesús bien sabía a lo que había venido, conociendo de antemano quien le iba a entregar, quien le negaría tres veces y que moriría en la carne mas al tercer día resucitaría como resultado final de su servicio.
Entonces se produce un choque extraordinario que marcaría el principio de la caída definitiva de Satanás. Jesús ordena: VETE SATANAS y a partir de este momento, lo vemos tomando autoridad sobre el mundo espiritual y no solo ello, sino impartiendo esa investidura a nosotros para que la ejerzamos como hombres (Lc. 10:17- 20). Luego vendrían las palabras poderosas de su boca: ESCRITA ESTA: AL SEÑOR TU DIOS ADORARAS Y A EL SOLO SERVIRAS y entonces el diablo le dejó por un tiempo concluyendo la confrontación directa para volver al viejo método del acecho por medio de terceros, que como ahora sabemos, algunos de ellos salieron del propio entorno de Jesús.
4. LA POTENCIALIDAD DE ENFRENTAR Y VENCER LA TENTACION.
La tentación y la victoria de Jesús, tienen por tanto un doble aspecto: el humano en general y el mesiánico, y los dos, tal como hemos repetido varias veces, se encuentran implícitamente relacionados. Así que en todo lo que Jesús venció como hombre, nosotros también hemos sido capacitados para vencer y, cada victoria obtenida por Él fortifica los frutos a nuestro favor por ser sus discípulos, de manera que hoy podemos andar tranquilamente en las pisadas del Maestro, ascendiendo por el camino que él ya forjó, subidos en el vehículo de las buenas nuevas que nos reveló al abrir nuestro entendimiento (Lc. 24:45) y gozando del mismo Espíritu Santo que él mismo gozó (Jn. 20:22).
Este último hecho en particular, marca de facto una diferencia en nuestra propia esencialidad por cuanto a diferencia del hombre natural, nosotros hemos sido engendrados por Dios (Jn 1:13) y por tanto, por su gracia, hemos sido dotados de la capacidad de tomar un anticipo a cuenta de nuestra herencia (Ef. 1:13-14), a penas una gota de los que vamos a ser después, gracias al bendito Espíritu Santo que nos a sido dado. Del mismo modo, nosotros hemos venido a ser libertos del pecado por la victoria del Señor, quien nos coloca en una nueva posición, por la obra de la regeneración, la justificación y la santificación, que si bien es cierto no borra todavía nuestra naturaleza caída, nos brinda lo necesario para soportar la tentación hasta el día en que seamos transformados a semejanza plena de Cristo; esto es, investidos de una naturaleza no caída, glorificada y no pecable.
Juan habla que "somos nacidos de Dios", lo que no significa que hayamos dejado de ser pecadores, sino que no practicamos el pecado (Jn. 1:13; 1 Jn. 3:9-10). No debemos olvidar que ahora, a diferencia del anterior pacto, tenemos al mismo Espíritu Santo dentro de nosotros y es quien establece la diferencia entre "los que son" con respecto de "los que no son" (1 Jn. 2:19-21). Por su parte Pablo señala en el libro a los Romanos, que «todo aquel que es guiado por el Espíritu de Dios, éste hijo de Dios» (Ro. 8:14), de donde se desprende la siguiente premisa: ¿puede acaso una persona ser guiada por alguien a quien no se conoce? Por más religioso que uno sea, católico o protestante, obrero ordenado o laico, si no se practica el principio de la sumisión de Cristo entonces se termina practicando el principio satánico de la rebeldía; si no profesa la fe y por ende la obediencia a Cristo se termina cayendo en los brazos de la incredulidad y la obediencia a Satanás, algo que como bien comprenderá se encuentra ya bastante devaluado.
Jesús es por tanto el responsable de convertir una victoria humana (la suya) en victoria de la humanidad. Solo que al presente existe una pequeña dificultad. La parte que correspondía a Jesús esta consumada (Jn. 19:30), mientras que la otra parte, la que falta concluir, es la que corresponde a nosotros y todavía se esta escribiendo. Él hizo lo suyo, ahora nos corresponde hacer lo nuestro, por cierto velando (Mt. 24:42; 25:13; Mr. 13:37; Hech. 20:31; 2 Pe. 5:8); orando (Mt. 26:41; Mr. 13:33; Mr. 14:38; Lc. 22:40,46; Stg. 5:16); renovando nuestra mente (Jn 5:39; Sal. 7:9; Jer. 17:10; Jer. 31:33; Mt. 22:37; Ro. 1:28; Ro. 7:23-25; Ro. 14:5; 1 Co. 1:10; 1 Co. 2:16; Ef. 4:17-24; He. 8:10); motivándonos a la fe en la congregación de los santos (Ro. 1:5,11-12,16-17; Ro. 10:17; He. 10:25), obedeciendo a nuestros pastores (He. 13:17; Ro. 10:12-17); avanzando hacia la meta (Fil. 3:12-14); y esperando el momento sublime de nuestra redención (Col. 1:13-14; Stg. 1:12; 1 Pe. 5:4; Ap. 2:10-11; Ap. 3:11-12; Ap. 19:9).
Para ello Jesús nos dio la clave del éxito: ORAD PARA QUE NO CAIGAIS EN TENTACION (Mt. 26:40-41). Pablo por su parte nos anima a ejercitarnos de una manera permanente (2 Ts. 5:17). Así que es nuestro deber es llegar a la plenitud espiritual, reflejo de una actitud espiritual, que nos permita discernir los ataques y la intencionalidad manifiesta de los agentes que envía para acecharnos.
¿En qué debemos entrenarnos para enfrentar la tentación que vendrá? En primer lugar siguiendo el ejemplo de Cristo, abiertamente reflexivo, inmediatamente decisivo, impidiendo llevar las cosas a una negociación desnaturalizada. No tenemos nada que negociar con el pecado, tampoco debemos detenernos a contemplarlo, es nuestra obligación discernirlo, enfrentarlo y aislarlo.
Segundo, notemos que Jesús no usó ninguna otra cosa que no esté a nuestro alcance. Nos enseño a utilizar la Palabra de Verdad, sin recurrir a la realización de ningún acto milagroso. Tampoco demandó de ayuda externa. No mandó llamar a una legión de ángeles para que lo cubrieran ni nada por el estilo. Él sencillamente citó la Escritura.
Tercero, no se dejó atrapar por los "Sí" condicionales de Satanás (4:3, 6, 9). El Señor nunca entró a ningún debate, simplemente sentenció lo que esta escrito".
5. CONCLUSION
La tentación que sufrió el primer hombre, fue su fracaso y desgracia para toda la raza humana. El primer Adán no soportó la prueba, cayó en ella y cuántas lágrimas y desastres ha traído desde entonces. El segundo Adán, el Mesías Sufriente, venció en todo sin pecado y sin pecar. Por eso es poderoso para socorrer a los que son tentados (Hebreos 2:18). Nadie esta libre de las implicancias de la tentación. A donde vayamos, allí la encontraremos, al menos por este tiempo.
Los fieros ataques se convertirán en apenas sutiles insinuaciones que nos llegarán de una u otra forma a la mente y al alma. Satanás tratará de amargarnos, desilusionarnos y desmoralizarnos, sobretodo durante los momentos en que nos sintamos cansados, justamente el momento mas propicio para velar. Pero ahora sabemos también que el ataque comprende lo físico, lo intelectual y emocional y la propia esencialidad del ser y debemos comprender que ese es el trabajo de Satanás y debemos entenderlo para vencerlo. La Biblia nos previene sobre la presencia de los gobernadores y principados de maldad que tienen su tiempo contado (Ef. 6:12). Dios ya ha determinado el final de los tiempos; honra, gloria e inmortalidad para las fieles huestes de Dios y la muerte segunda para Satanás y sus seguidores (Ro. 2:7; Ap. 20:10-15).
El estar en situación de cansancio favorece que los párpados se comiencen a cerrar. El problema es que cuando esto ocurre, lo primero que dejamos de ver son las cosas de arriba, el reino de Dios y su justicia. Tenemos que aprender a fijar nuestra mirada en la montaña. Lo contrario es caer en el error de observar las fallas que cometen los hombres, distrayendo nuestra atención que más bien debe estar enfocada en quien es REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
Pero tampoco estamos solos en la lucha aunque nos parezca. Cristo prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo (Mt. 18:20; Mt. 28:20). Los que creemos en el Señor Jesucristo, tenemos la potestad de hollar toda fuerza del enemigo y nada nos dañará (Lucas 10:19). Aún nuestros cabellos están todos contados (Lucas 12:7; 21:18-19). Solo debemos cuidar el precioso don que nos ha concedido el Padre de Gloria, y evitar caer otra vez en vicio del pecado para morir (Hebreos 10:26-31). Los cristianos tenemos la responsabilidad de velar por nuestra salvación y no ceder ni un milímetro de ventaja al enemigo de nuestras almas (2 Corintios 2:11; Lucas 21:19; Efesios 4:26-27; Mateo 24:13) que anda como león rugiente buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8), hasta que todo sea consumado (Apocalipsis 20:10 y 22:1-5).
NO TE DUERMAS
Eran como las tres y media de la madrugada y un creyente abordó un taxi a la salida de una agotadora jornada de trabajo. Apenas abordó el automóvil que lo conduciría con dirección a su domicilio, escuchó una voz audible que le dijo: -No te duermas. Durante todo el trayecto este hombre luchó contra la adversidad de una circunstancia casi imposible de vencer. Estaba extenuado después de haber trabajado 19 horas ininterrumpidas; pero, obedeciendo la voz del Señor, se mantuvo despierto tramo a tramo hasta que, en una fracción de segundo, el auto en el que viajaban perdió el control, saltó por encima dé la berma lateral de la pista y cuando parecía inminente la colisión contra un muro de concreto él gritó con toda el alma: ¡Cuidado!; acción por la cual el chofer despertó de su sueño y así pudieron salvarse ilesos.
Dios había intervenido en el curso natural de la vida de este creyente para salvarlo de una muerte segura; pero también el creyente había tomado la decisión de obedecer el anuncio divino y gradas a ello pudo aferrarse a una vida que tomaba un nuevo sentido. Él acababa de descubrir que Dios tenía un propósito para su vida y que lo guardaba de las maquinaciones del diablo. Había entendido también la importancia de obedecer la voz del Señor, mas aun, que su vida no le pertenecía y tomando un nuevo sentido lo que significaba «ser comprado por precio de sangre»
¿Obedecería usted el anuncio del Señor de: No te duermas?